Esta tierra en la que nacimos y nos vio crecer, este lugar escenario de nuestras aventuras infantiles, el cofre de la historia que labraron nuestros abuelos, este maravilloso pueblo en la sierra norte de Puebla, guarda para nosotros siempre un paisaje, que alimenta el alma y que inspira.
Representada en manera singular, el campesino contempla su porvenir, y su presente; en la apenas naciente mazorca que brota como criatura predilecta en aquella milpa, El ganadero por los llanos procura el bienestar de su ganado mientras lo apacienta y cuida, El alfarero en las columnas de humo que se eleva al cielo ve casi concluir su labor al refinar su loza.
Cada cabeza es un mundo, cada mirada es un juicio y cada imagen es un recuerdo según la intensidad con que se vive. La destreza de quien atrapa esos momentos y los comparte es un arte lleno de sentimientos encontrados, que poco a poco construyen una identidad y un profundo lazo de hermandad.
Hoy 4 de agosto se nos presenta un libro de recuerdos, una recopilación de sentimientos atrapados en la viveza de un fotógrafo, en la calidez de un corazón. en la cuna de nuestra identidad. dejemos que cada imagen acaricie nuestro pecho y sientamonos dueños de cada pedacito de pueblo congelado en un suspiro.
Que brille en nuestra mente como una chispa, la justa labor de quien impulsa y ejerce la promoción de nuestras tierras, y este momento se guarde como una fotografía mental, en reconocimiento a su trabajo y que nuestra misma tierra pague en singular manera a quienes buscan insaciablemente el progreso de nuestra gente.
(Francisco Javier Shipewas)
Sábado 4 de agosto 2012
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